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jueves, 2 de enero de 2020

El portal.


Aquella noche las estrellas brillaban con una intensidad que pocas veces suele verse en la ciudad. Por una vez en muchos días, ni una sola nube cubría el azul oscuro del cielo. El ambiente era frío pero todavía se podía estar fuera sin ningún problema.

Ellos paseaban tranquilamente por las calles, sin rumbo, dejando que los minutos del reloj pasaran esperando que lo hicieran lo más lentamente posible. Hacía mucho tiempo que no estaban juntos ya que las ocasiones para verse siempre eran muy escasas y querían exprimir ese tiempo todo lo que pudieran.

Pero el aire aquella noche era muy fuerte y tuvieron que buscar refugio en un portal cercano. Se acomodaron allí y charlaron durante mucho tiempo. Sentados en el suelo, sus cuerpos casi se tocaban. Ambos podían notar el calor que desprendía el otro. Entre conversación y conversación la temperatura de sus cuerpos aumentaba poco a poco a pesar del frío de la noche.

En un momento dado una pequeña ráfaga de aire se coló dentro del portal. Ella se estremeció y del roce del sujetador al moverse sus pezones se pusieron duros. Cuando lo notó, se hecho a reír y mordiéndose el labio inferior durante apenas un segundo giró su cabeza para poder mirarle a los ojos.

- Vaya – dijo con la voz más coqueta que fue capaz de conseguir – se me a puesto un pezón duro. - Mientras decía eso con una de sus manos se bajaba un poco el escote de su camiseta como si fuera a colar uno de sus dedos por debajo de la tela. - Te diría que lo tocaras para que veas que no te miento pero ¿no quieres no?

Ante la provocación, él estiró una de sus manos y le tocó el pecho, buscó el pezón que sobresalía sobre la ropa y lo apretó con fuerza entre sus dedos. Ella gimió y tembló. Sus mejillas ardían al mirarle y ver esa maldita media sonrisa en sus labios que ponía siempre que quería ponerla cachonda.

Cuando se quedó satisfecho de oírla gemir, la soltó y le introdujo dos de sus dedos en la boca, tan adentro que casi la ahogaba. La dejaba sin aire y ella la miraba abrumada por la sorpresa de sus movimientos. La sensación de ahogo hacía que su sexo se humedeciera cada vez más rápido.

Él quería que notara como podía poseerla con ese simple gesto y al verla con los ojos llorosos su miembro empezó a apretar contra su pantalón. Cuando por fin liberó su boca ella se inclinó hacia delante y colocó su boca a unos centímetros del cuello de su amante. Entreabrió sus labios y dejo salir su lengua la cual colocó sobre el cuello, lamiéndolo desde donde empezaba el cuello de su camisa hasta el lóbulo de su oreja que luego terminó mordiendo.

Continuó besando y lamiendo su cuello. Los mordiscos empezaban a dejar marca en su piel. Él gemía cuando notaba la presión de los dientes en su carne. Ella le desabrochó un par de botones de la camisa, volvió a subir sus labios hacia arriba y mordió otra vez su oreja haciéndole estremecer. Bajó poco a poco lamiendo todo su cuello hasta llegar a su pecho donde se detuvo para besarlo. Él gemía en voz baja entrecortadamente cada vez que le mordía, algo que la calentaba sobremanera.

Él, con el fuego de la excitación en los ojos la agarró del pelo y estiró su cabeza para atrás. La obligó a mantenerse así, con esa feroz mirada clavada en sus ojos y entonces, aprovechándose de su escote, hundió la cara en sus pechos. Él quería disfrutar de sus pechos y no iba desperdiciar la ocasión. Le soltó el pelo y se aferró a ellos con ambas manos. Los estrujaba y apretaba los pezones por encima de la ropa. De un tirón los sacó un poco hacia fuera y lamió sus pezones. Los atrapó entre sus dientes y mordió con fuerza. A ella se le escapó un gemido.. Le gustaba que fuera duro con ella y él lo sabía y se aprovechaba de ello. Cuando por fín liberó a sus pezones sus pechos revotaron y ella empezó a respirar entrecortadamente. Le ardía la cara y tenía las mejillas totalmente coloradas.

Él, totalmente excitado, se desabrocho el cinturón y tomando la mano de ella la coló entre sus pantalones. Ella gimió al notar la polla dura en su mano. Agarró su miembro por la base y comenzó a masturbarlo, primero despacio pero cada vez más deprisa pues el calor se apoderaba de ella y no podía tranquilizarse.

Ambos gemían y se miraban a los ojos. Él con una mano la agarró de cuello y con la otra la sujetó por el pelo echando su cabeza hacia atrás. Haciendo así que, por un momento, perdiera la cabeza totalmente, volviéndola loca.

Luego la soltó y le apartó la mano de su miembro.

- Levántate - dijo él con voz firme.

Ella obedeció y entonces él la agarró con fuerza y la puso mirando la pared. No fue un impulso, era algo que llevaba pensando desde que salieron juntos a pasear. La frente pegada al frió ladrillo, las manos una a cada lado de su cabeza, las piernas abiertas y las caderas separadas de la pared.
Se quedó unos segundos quieto, a su espalda. Contemplándola. Le ponía a mil ver como ella obedecía a sus órdenes temblando. Entonces el la agarró del pelo, la obligó a mover la cabeza para atrás y apretó su sexo contra ella. Cuando ella notó aquel miembro tan duro presionar contra su culo gimió y lo movió para rozarse contra él.

Él la azotó un par de veces, le dio la vuelta y haciendo presión en sus hombros la obligó a bajar hasta ponerse de rodillas.

Ella, presa de su excitación, abrió la boca, sacó la lengua y esperó, como si fuera un animal amaestrado esperando una recompensa.

Entonces él juguetón, acercó sus caderas hasta que su miembro estuvo a unos milímetros de la boca de su amante. Podía notar su aliento caliente sobre su glande. Torció su boca con una media sonrisa que ella no podía ver y acarició su lengua despacio. Ella gruño y levantó sus ojos implorándole que se la metiera. Él río quedamente y de un golpe le introdujo la totalidad de su polla en la boca. Tan excitado como estaba no quería andarse con delicadezas. 

A ella le sobrevino una arcada ante el repentino asalto pero la aguantó transformándola en lágrimas. Él continuó moviendo las caderas con fuerza, excitándose con los ruidos obscenos que salían de la boca de su amante cuando la saliva y su polla no la dejaban respirar atravesando su garganta. 

Cuando vió que el ahogo se apoderaba de ella la dejó respirar sacándola de su boca. Ella tosía y se debatía intentando respirar mientras el la miraba. 

- Apoya la cabeza contra la pared y no te nuevas.

Ella obedeció y él volvió a llenarle la boca esta vez lentamente hasta el fondo. 

No podía mover la cabeza. La presión de sus caderas era tan fuerte que no le dejaba despegar la cabeza de la pared. Él empezó a moverse lentamente pero con fuerza. Llegaba tan profundo que las lagrimas no dejaban de salir y la saliva no paraba de gotear entre sus labios. Él aguantaba su miembro en el fondo de su garganta hasta que las arcadas eran tan fuertes que ella necesitaba relajarse. Sólo entonces le permitía respirar sacándole el miembro de la boca unos pocos segundos. Los indispensables para que pudiera volver a tomarle por completo. Ella inconscientemente, había llevado una de sus manos a su sexo y se acariciaba. Tenía las medias mojadas y el sexo le palpitaba.

Él, al darse cuenta, se apartó y con un movimiento de la mano le indicó que se levantara. La agarró por las caderas y la puso de cara a la pared. La cara pegada a la pared, las caderas separadas, de manera que pareciera que se le estaba ofreciendo. Colocó uno de sus pies entre los de ella y con un empujón la hizo abrirse de piernas. Levantó su falda dejando su trasero expuesto. Con sus fuertes manos agarró las medias y las rompió de un tirón. Movió hacia un lado la ropa interior dejando su sexo expuesto. Goteaba, incitándole a entrar.

Agarró su falda doblada a la altura de sus caderas y la penetró de un golpe. Su sexo caliente le abrazaba y presionaba. Él se movía frenéticamente. Ella agradecía el frío de los ladrillos contra su mejilla en contraposición del calor de su piel. Él siguió así hasta que notó como el orgasmo de ella mojaba su abdomen y hacia temblar sus piernas. Continuó un poco más así hasta que la excitación pudo con él.

Al borde del orgasmo, sacó su miembro del interior de la chica. Cuando ella recuperó la compostura volvió a hacer que se arrodillara ante él, y colocando su cara justo delante de su miembro se masturbó durante unos instantes hasta liberarse sobre la cara de ella, marcándola como suya, como llevaba deseando hacer desde hace tanto tiempo.


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