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martes, 20 de septiembre de 2016

El autobús nocturno.

A estas horas de la noche no hay prácticamente nadie por la calle. Espero que venga el autobús nocturno sentada en el banco de la marquesina. Afortunadamente es verano y hace buen tiempo para esperar al aire libre. Por fin llega y subo ante la despreocupada mirada del conductor. Como mi parada está un poco lejos y el autobús está bacía me decido a sentarme en la parte de atrás del todo junto a la ventana.

En la siguiente parada sube un chico joven que se sienta en el asiento que tengo enfrente. Cruzamos las miradas y me sonríe. Avergonzada, giro mi cabeza hacia la ventana pero a través del reflejo en el cristal puedo ver que sigue mirándome. Un escalofrío recorre mi cuerpo de arriba a abajo. Hay algo en él que despierta sensaciones en mi interior pero no logro descifrar el qué. Le miro de reojo y cruzo las piernas lo que hace que mi falda se suba y deje más al descubierto mi pierna. Él traga saliva. Esto empieza a divertirme.

Haciéndome la distraída me aparto el pelo del cuello provocando que uno de los tirantes de mi camiseta se deslice por mi hombro y que mi escote se vea mejor. Él se levanta y se sienta a mi lado. Agarra entre sus finos dedos mi tirando y lo coloca en sus sitio con mucha lentitud. Sin decir nada baja su mano y la posa en mi rodilla. Con la yema de sus dedos recorre mi piel provocando que se me acelere el corazón. Sigue avanzando por mis muslos hasta que su mano queda oculta por mi falda y sus dedos se topan con mi ropa interior. Me acaricia por encima de la tela y yo, inconscientemente, separo mis piernas dándole mayor accesibilidad a mi sexo.

Él acaricia mi clítoris y lame mi cuello hasta que nota cómo he mojado totalmente mi ropa interior. Deja escapar una risita y se levanta del asiento para arrodillarse en el hueco que hay entre mi asiento y el de delante.

Con un rápido movimiento de sus manos se deshace de mis bragas y me coloca las piernas en sus hombros. De mi garganta escapa un pequeño chillido cuando su lengua roza mi clítoris. Juega con el para luego lamer mi sexo de forma rápida y voraz. Me muerdo los labios intentando no gritar pero es muy difícil contenerse.

Una de sus manos aprieta mi cadera mientras los dedos de la otra exploran mi interior. Intento no gemir muy alto cuando mi orgasmo llega mojando su barbilla y el asiento. Sólo entonces se separa de mí para volver a ocupar su sitio.

Yo intento recuperar el aliento pero él ya ha tomado mi mano y la lleva hacia su entrepierna. Pudo ver como su sexo aprieta contra su ropa formando un bulto bastante pronunciado. Desabrocho el botó y bajo la cremallera lo suficiente como para que pueda sacar su sexo. Es bastante grande y está tan duro y erecto que no puedo esperar ni un segundo llevármelo a la boca y saborearlo. Consigo metérmelo entero en la boca aunque haciendo un gran esfuerzo por contener las arcadas. Él me sujeta por el pelo y gime cada vez que su miembro llega hasta mi garganta. De un tiró me obliga a apartarme y me hace que me levante.

Me coloco frente a él dándole la espalda y me sujeto firmemente al asiento de delante al notar cómo su duro miembro se abre paso dentro de mí. Me preocupa que los demás pasajeros que han ido subiendo hasta ahora se giren y nos vean pues es demasiado difícil mantenerse en completo silencio. Muevo mis caderas todo lo rápido que puedo hasta que noto como su orgasmo me llena.

Poco después de llegar al éxtasis y todavía entumecida y temblorosa llega mi parada y me dirijo tambaleante hasta la puerta ante las extrañas miradas de los demás debido a mi forma de moverme.


Las puertas se abren y bajo del autobús con el cuerpo cansado y una sonrisa enorme en los labios.  










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