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viernes, 6 de febrero de 2015

Pasiones en el portal

Ella había salido a tomar unas cervezas con una amiga como solía hacer todas las tardes, sólo que esta vez acabaría de una forma distinta.

No se había arreglado mucho. Vestía unos vaqueros un tanto desgastados y una camiseta negra de manga corta. Pidieron un par de cervezas y se fueron a una de las mesas del fondo para poder charlar tranquilamente. Al rato salieron a la puerta para echarse un cigarro y fue entonces cuando le vio.

Estaba sentado en una mesa con otro chico. Era alto, moreno y bastante guapo. Tenía el pelo largo recogido en una coleta a la altura de la nuca. Sus ojos eran de un intenso color verde y no dejaban de observarla. Cuando ella se dio cuenta de que la estaba observando al principio se incomodó pero luego, al percatarse de que en sus ojos había ciertos toques de excitación le empezó a gustar la idea. De vez en cuando apoyaba la espalda contra la pared y la arqueaba ligeramente para que sus pechos se marcaran a través de la camiseta y así darlo algo de juego a su observador.

No paraban de lanzarse miradas. Al cabo de un rato se disculpó con su amiga y le dijo que tenía que irse a casa porque le dolía un poco la cabeza y tras lanzarle una última mirada a su observador desconocido desapareció del bar.

Su casa no estaba lejos de allí, apenas unas pocas calles la separaban de su destino. Cuando llegó al portal sacó las llaves del bolsillo pero éstas se le cayeron al suelo. Cuando se dispuso a recogerlas del pavimento una mano apareció a su lado y las recogió antes que ella pudiera hacerlo. En un primer momento se asusto ante aquella aparición fortuita ya que no había notado que había alguien detrás de ella. Se irguió y miro quien era la persona desconocida que se encontraba tras ella. Vaya, eral él, el chico del bar.

-¿No vas a darme las gracias?- preguntó el chico con un tono pícaro en su voz.

-Gracias- consiguió articular ella pues tras ese inesperado encuentro estaba todavía asimilando la situación.

Sin decir nada más el chico abrió la puerta del portal y se sentó en las escaleras que daban acceso a los pisos.

Ella se quedo parada observándole, sin mover ni un sólo músculo, como si estuviera paralizada.

-¿Es que no quieres recuperar tus llaves? - le preguntaba mientras alzaba el juego de llaves que había recogido del suelo. Una sonrisa se dibujo en su rostro.

Al fin reaccionó y avanzo hasta situarse enfrente de él e intentó arrebatárselas. Él aprovecho ese movimiento para alcanzarle la mano y atraerla hacia sí para juntar sus labios con los suyos en un beso feroz y lujurioso.

Ella estaba sorprendida pero la verdad era que no le disgustaba la situación lo más mínimo.

Pero él no solo se iba a conformar con un beso...

Agarrándola por los hombros hizo que se sentara a horcajadas encima de él para así poder tenerla más cerca.

Ella estaba un poco impresionada debido a la improvista situación pero la verdad es que no le importaba para nada, es más se lo estaba pasando bastante bien.

Él le metió la mano por debajo de la camiseta para poder así acariciar sus pechos mientras le daba pequeños mordiscos en el cuello. Le quitó la camiseta para poder verla mejor y sacando uno de sus pechos del sujetador empezó a coger su pezón entre los labios. Los aprieta fuerte, mientras que con una de sus manos le pellizca el otro pezón. Lo muerde ligeramente provocando que a ella se le escape un pequeño suspiro de placer.

Ella separa un poco su cuerpo de el de su acompañante y baja la mano para poder tocarle la entrepierna que con cada minuto que pasa se abulta cada vez más.

Se quita de encima y se sienta en el escalón a su lado para así tener más libertad de movimientos y poder bajarle la bragueta y sacar su miembro de los calzoncillos para poder acariciarlo sin impedimento alguno.

Él la agarra por la nuca y la acerca hacia su entrepierna introduciéndole su miembro en la boca.

Ella mueve rítmicamente la cabeza, arriba y abajo, llevándole así a él a la locura producida por un placer exquisito proporcionando por sus labios y su lengua ávidos de que en ellos se derrame el caliente y violento orgasmo de su acompañante.

Roza su glande con los dientes, apretando los labios, llenándolo de saliva mientras que con su mano hace el mismo movimiento que segundos antes realizaba su cabeza.

Su acompañante sujeta su cabeza y la obliga a bajar su cabeza hasta la base de su miembro para poder tocar con el glande el fondo de su garganta pues le excita sobremanera.

Los empujones son cada vez más rápidos y violentos signo de que esta a punto de llegar al orgasmo. Éste sale con bastante potencia haciendo que se desborde por la comisura de sus labios y se deslice por su barbilla.

Mientras ella se afana por limpiarse los restos del orgasmo el se levanta y se abrocha los pantalones.

Parece que todo a acabado pero entonces ...

-Tranquila, no pienso irme sin probar tu sabor.

Las tornas habían cambiado, ahora era ella la que iba a recibir el placer que su acompañante esta dispuesto a darle.

Se acerca a ella sin apartar la mirada de sus ojos, sin vacilar, sin prisas. Sabe que ella no se va a resistir , que no va a rechazarle. La aprieta contra la pared, sus labios en su cuello, sus manos en sus pechos, cuerpo contra cuerpo, respiraciones agitadas, la temperatura por las nubes...

Sus manos revolotean por su cintura, desabrochando el único botón del pantalón que impide llegar a su objetivo. La despoja de sus pantalones y poniéndose de rodillas frente a ella, jugueteando, le baja sus braguitas agarrándolas con los dientes.

Roza sus carnosos labios por la piel suave de su sexo depilado, lentamente, sin prisa, disfrutando de la situación, regodeándose.

Es una situación extremadamente erótica y sensual.

La toma de la mano y la lleva a la escalera. Hace que se siente con las piernas abiertas, mostrándole el sexo a su boca hambrienta.

Pone su cabeza entre las piernas. Mordisquea y lame sus muslos. Con su lengua recorre el tramo de piel desde la rodilla hasta su ingle, sin llegar a tocar su sexo, haciéndole así que lo desee más a cada momento que pasa.

Acaricia su clítoris mientras juguetea lamiendo sus muslos, introduce un par de dedos en su húmedo interior.

Coloca su boca delante de su sexo y lame sus labio con la totalidad de su lengua, da pequeños mordisquitos juguetones, introduce su lengua dentro.

Sigue así hasta que la respiración se su amante anuncia el final esperado e irremediable.

Su orgasmo sale con una ferocidad y una fuerza bastante fuertes, como una fuente. Llena su boca y empapa su cara para gran deleite de él.

- A sido delicioso.

Él se levanta, se seca la cara con el dorso de su camiseta y tras una leve despedida con un movimiento de cabeza se marcha dejándola allí, tendida en la escalera y medio desnuda, pero saciada y aliviada.


-Creo que voy a tener que salir más días a tomar algo a ese bar - piensa mientras recoge toda su ropa esparcida por el suelo.

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