Ella
había salido a tomar unas cervezas con una amiga como solía hacer
todas las tardes, sólo que esta vez acabaría de una forma distinta.
No
se había arreglado mucho. Vestía unos vaqueros un tanto
desgastados y una camiseta negra de manga corta. Pidieron un par de
cervezas y se fueron a una de las mesas del fondo para poder charlar
tranquilamente. Al rato salieron a la puerta para echarse un cigarro
y fue entonces cuando le vio.
Estaba
sentado en una mesa con otro chico. Era alto, moreno y bastante
guapo. Tenía el pelo largo recogido en una coleta a la altura de la
nuca. Sus ojos eran de un intenso color verde y no dejaban de
observarla. Cuando ella se dio cuenta de que la estaba observando
al principio se incomodó pero luego, al percatarse de que en sus
ojos había ciertos toques de excitación le empezó a gustar la
idea. De vez en cuando apoyaba la espalda contra la pared y la
arqueaba ligeramente para que sus pechos se marcaran a través de la
camiseta y así darlo algo de juego a su observador.
No
paraban de lanzarse miradas. Al cabo de un rato se disculpó con su
amiga y le dijo que tenía que irse a casa porque le dolía un poco
la cabeza y tras lanzarle una última mirada a su observador
desconocido desapareció del bar.
Su
casa no estaba lejos de allí, apenas unas pocas calles la
separaban de su destino. Cuando llegó al portal sacó las llaves del
bolsillo pero éstas se le cayeron al suelo. Cuando se dispuso a
recogerlas del pavimento una mano apareció a su lado y
las recogió antes que ella pudiera hacerlo. En un primer
momento se asusto ante aquella aparición fortuita ya que no había
notado que había alguien detrás de ella. Se irguió y
miro quien era la persona desconocida que se encontraba tras ella.
Vaya, eral él, el chico del bar.
-¿No
vas a darme las gracias?- preguntó el chico con un tono pícaro en
su voz.
-Gracias-
consiguió articular ella pues tras ese inesperado encuentro estaba
todavía asimilando la situación.
Sin
decir nada más el chico abrió la puerta del portal y se sentó en
las escaleras que daban acceso a los pisos.
Ella
se quedo parada observándole, sin mover ni un sólo músculo, como
si estuviera paralizada.
-¿Es
que no quieres recuperar tus llaves? - le preguntaba mientras alzaba
el juego de llaves que había recogido del suelo. Una sonrisa se
dibujo en su rostro.
Al
fin reaccionó y avanzo hasta situarse enfrente de él e intentó
arrebatárselas. Él aprovecho ese movimiento para alcanzarle la mano
y atraerla hacia sí para juntar sus labios con los suyos
en un beso feroz y lujurioso.
Ella
estaba sorprendida pero la verdad era que no le disgustaba la
situación lo más mínimo.
Pero
él no solo se iba a conformar con un beso...
Agarrándola
por los hombros hizo que se sentara a horcajadas encima de él para
así poder tenerla más cerca.
Ella
estaba un poco impresionada debido a la improvista situación pero
la verdad es que no le importaba para nada, es más se lo estaba
pasando bastante bien.
Él
le metió la mano por debajo de la camiseta para poder así
acariciar sus pechos mientras le daba pequeños mordiscos en el
cuello. Le quitó la camiseta para poder verla mejor y sacando uno
de sus pechos del sujetador empezó a coger su pezón entre los
labios. Los aprieta fuerte, mientras que con una de sus manos le
pellizca el otro pezón. Lo muerde ligeramente provocando que a ella
se le escape un pequeño suspiro de placer.
Ella
separa un poco su cuerpo de el de su acompañante y baja la mano
para poder tocarle la entrepierna que con cada minuto que pasa se
abulta cada vez más.
Se
quita de encima y se sienta en el escalón a su lado para así tener
más libertad de movimientos y poder bajarle la bragueta y sacar su
miembro de los calzoncillos para poder acariciarlo sin impedimento
alguno.
Él
la agarra por la nuca y la acerca hacia su entrepierna
introduciéndole su miembro en la boca.
Ella
mueve rítmicamente la cabeza, arriba y abajo, llevándole así a él
a la locura producida por un placer exquisito proporcionando por sus
labios y su lengua ávidos de que en ellos se derrame el caliente y
violento orgasmo de su acompañante.
Roza
su glande con los dientes, apretando los labios, llenándolo de
saliva mientras que con su mano hace el mismo movimiento que
segundos antes realizaba su cabeza.
Su
acompañante sujeta su cabeza y la obliga a bajar su cabeza hasta la
base de su miembro para poder tocar con el glande el fondo de su
garganta pues le excita sobremanera.
Los
empujones son cada vez más rápidos y violentos signo de que esta a
punto de llegar al orgasmo. Éste sale con bastante potencia
haciendo que se desborde por la comisura de sus labios y se deslice
por su barbilla.
Mientras
ella se afana por limpiarse los restos del orgasmo el se levanta y
se abrocha los pantalones.
Parece
que todo a acabado pero entonces ...
-Tranquila,
no pienso irme sin probar tu sabor.
Las
tornas habían cambiado, ahora era ella la que iba a recibir el
placer que su acompañante esta dispuesto a darle.
Se
acerca a ella sin apartar la mirada de sus ojos, sin vacilar, sin
prisas. Sabe que ella no se va a resistir , que no va a rechazarle.
La aprieta contra la pared, sus labios en su cuello, sus manos en sus
pechos, cuerpo contra cuerpo, respiraciones agitadas, la temperatura
por las nubes...
Sus
manos revolotean por su cintura, desabrochando el único botón del
pantalón que impide llegar a su objetivo. La despoja de sus
pantalones y poniéndose de rodillas frente a ella, jugueteando, le
baja sus braguitas agarrándolas con los dientes.
Roza
sus carnosos labios por la piel suave de su sexo depilado,
lentamente, sin prisa, disfrutando de la situación, regodeándose.
Es
una situación extremadamente erótica y sensual.
La
toma de la mano y la lleva a la escalera. Hace que se siente con las
piernas abiertas, mostrándole el sexo a su boca hambrienta.
Pone
su cabeza entre las piernas. Mordisquea y lame sus muslos. Con su
lengua recorre el tramo de piel desde la rodilla hasta su ingle, sin
llegar a tocar su sexo, haciéndole así que lo desee más a cada
momento que pasa.
Acaricia
su clítoris mientras juguetea lamiendo sus muslos, introduce un par
de dedos en su húmedo interior.
Coloca
su boca delante de su sexo y lame sus labio con la totalidad de su
lengua, da pequeños mordisquitos juguetones, introduce su lengua
dentro.
Sigue
así hasta que la respiración se su amante anuncia el final esperado
e irremediable.
Su
orgasmo sale con una ferocidad y una fuerza bastante fuertes, como
una fuente. Llena su boca y empapa su cara para gran deleite de él.
-
A sido delicioso.
Él
se levanta, se seca la cara con el dorso de su camiseta y tras una
leve despedida con un movimiento de cabeza se marcha dejándola allí,
tendida en la escalera y medio desnuda, pero saciada y aliviada.
-Creo
que voy a tener que salir más días a tomar algo a ese bar - piensa
mientras recoge toda su ropa esparcida por el suelo.
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