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jueves, 5 de febrero de 2015

Sexo en la carretera.

Son las doce de la mañana y no se ve ningún coche más por la carretera aparte de un descapotable de color rojo intenso en el cual van montados una pareja. Ella, debido al calor, viste un vaporoso vestido blanco y él una camisa azul y unos pantalones piratas.

Todo es muy tranquilo hasta que la rueda delantera de la derecha pincha, el coche da un bandazo y el conductor consigue detenerlo en un pequeño espacio de tierra situado a uno de los lados de la carretera.
El chico baja del coche y tras comprobar que la rueda está pinchada saca del maletero la de repuesto. Después se coloca de cuclillas y manda a su acompañante que traiga la caja de herramientas. Ella después de varias negativas accede y se coloca a su lado agachada para ayudarle.

Una vez que la rueda ha sido cambiada los dos están manchados de grasa y polvo. Ella, molesta por ello se sienta en el morro del coche y se examina el vestido. La zona de su pecho está completamente manchada y mojada por el sudor que les provoca el sol del mediodía.

Al joven la imagen de la chica allí sentada, con el vestido pegado completamente al cuerpo y manchada le resulta muy excitante.

Ella se da cuenta de las miradas que le echa y presa de una repentina excitación comienza a acariciar sus pechos hasta que sus pezones están duros y se marcan a través del vestido. Él comienza a tocarse la entrepierna hasta que el bulto se hace cada vez más notorio. Él se acerca y le presiona los pezones con sus manos, haciendo que de los labios de ella se escape un pequeño grito. Luego le separa las piernas todo lo posible y le quita la ropa interior para llevársela a la boca y comprobar con la punta de su lengua si está mojada.

Esa visión la excita más y no para de mojarse, a prepararlo. Él saca su miembro, grande y erecto, y empieza a rozarle el sexo con su glande.

Ella intenta acercarse para que la penetre pero él no le deja, sabe que le gusta que se lo pongan difícil, que la pone como una perra en celo.

- La quiero ya – le dice ella, cansada del jugueteo y excitadísima – quiero que me folles aquí y ahora.

Él, la complace de inmediato, metiéndole su miembro hasta el fondo y haciendo que ella se ponga a gritar. Les da igual el calor o que alguien pueda pasar con su coche y les vea. Solo pueden pensar en sus cuerpos ardientes y la velocidad frenética con la que se embisten. El coche tiembla con cada nueva sacudida. Ella grita y el le agarra los pechos, apretándoselos.

Al tiempo él se corre sacando su enorme miembro de ella y echando su orgasmo sobre su pecho.

- Todavía no he terminado, acércate.

Ahora él es el que se recuesta sobre el coche y ella acerca la boca a su miembro. Primero solo la roza un poco con los labios, para que sienta su aliento. Luego la recorre con la punta de la lengua, desde la base hasta la punta, despacio, sin dejarse nada por recorrer. Se detiene en el glande, rodeándolo con la lengua y haciendo presión con los labios.

De su miembro comienza a expulsar pequeñas gotas que anticipan el próximo orgasmo. Ella las recoge gustosas con la lengua, saboreándolas.

Rodea el glande con sus labios y baja la cabeza, metiéndosela entera en la boca. Comienza a mover su cabeza, lentamente, saboreando y disfrutando del momento. Él le coloca una mano sobre la cabeza y haciendo fuerza para que no se retire, separa su cintura del coche y hace que su miembro profundice en su garganta.

Ella intenta retirarse pero las manos de él la sujetan firmemente.

A él le encanta ver como intenta alejarse pero no le va ha dejar. Quiere ver como su miembro entra y sale de su boca de forma salvaje.

De repente un coche pasa por la carretera, observándoles. La excitación sube y él no consigue controlar su orgasmo que sale de él de forma apabullante
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A ella se le llena la boca y se le empieza a escurrir por el cuello.

Los dos se quedan mirando, cansados pero saciados.


-Vamos monta en el coche, volvemos a casa – sentencia él.

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