Él me ordena que me ponga de rodillas y yo obedezco. El
contacto con el frío del suelo me pone la piel de gallina y me eriza e pelo de
la nuca. Mantengo mi espalda recta ya que no quiero apoyarme en la pared que
tengo detrás. Permanezco con mi cabeza agachada y espero en silencio sus
indicaciones. Él me empuja suavemente de la barbilla obligándome a alzar la
cabeza y mirarle.
Está sonriendo de una manera que me da escalofríos.
Se separa un poco de mí y comienza a quitarse el cinturón. El
sonido de la hebilla abriéndose y del cuero rozando el metal hacen que mi cuerpo
tiemble y se encienda. Desabrocha el único botón que tiene su pantalón y baja
la cremallera. Después libera su miembro de los calzoncillos y se acerca unos
pocos pasos. Está cerca pero no lo suficiente como para que pueda alcanzarle
sin mover la cabeza hacia delante. Lo veo frente a mí, tan duro y enhiesto que
me cuesta horrores resistir la tentación y no abalanzarme hasta él.
Él se acaricia el miembro mientras me mira y le oigo soltar
una risita.
-
Abre la boca y no te muevas – me ordena con voz firme.
Coloco mis manos a la espalda y abro la boca. Él se vuelve a
acercar un poco más.
-
Ahora saca la lengua.
Obedezco. Dejo mi lengua fuera de mi boca y espero. Él
vuelve a acercase.
El extremo de su miembro casi roza mi lengua y estoy segura
de que puede notar el calor que desprende mi boca. Levanto la vista lo
suficiente como para que la punta de su miembro roce mi lengua durante unos
segundos. Cuando se separa, un leve gemido se escapa de mi garganta.
Posa sus manos en mi cabeza y sujeta mi pelo enredando mi
melena entre sus dedos. Me tiene tan firmemente sujeta que no soy capaz de
mover ni un músculo. Adelanta sus
caderas poco a poco y me introduce el miembro en la boca. Empuja y empuja cada
vez más fuerte mientras yo me quedo completamente quieta. Cada vez que su
miembro llega hasta el fondo de mi garganta y me sobrevienen las arcadas puedo
notar como mi sexo se hincha y humedece terriblemente.
Mis ojos, clavados en los suyos, están llorosos por la furia
de sus embestidas. De las comisuras de mis labios se escurre la saliva que soy
incapaz de tragar.
Finalmente suelta mi cabeza y se separa de mi liberando así
mi boca. Aprovecho para tomar aire y respirar. Se lleva las manos al cuello y
deshace el nudo de su corbata. La desliza por mi cuello hasta que sostiene cada
uno de los extremos con una de sus manos.
Sin darme tiempo para reaccionar tira de la corbata atrayéndome
hacia su cuerpo y clavándome su miembro directamente en la garganta de un solo
golpe.
Me sobreviene una arcada y de mis ojos cae lágrimas. Me tiene
totalmente bajo su control. Noto la corbata presionando contra mi nuca
impidiendo que me eche hacia atrás. Su miembro, totalmente empapado por mi
saliva, entra en mi boca sin esfuerzo alguno.
Sin previo aviso vuelve a separarse de mí y quitando la
corbata de mi cuello me agarra por el pelo y me obliga a apoyarme contra la
pared.
-
Levanta las manos por encima de tu cabeza
Le miro sin llegar a entender del todo sus intenciones pero
obedezco diligentemente.
Él agarra mis brazos y junta mis muñecas para luego atármelas
con la corbata. En esa posición mi cuerpo se arquea y me hace alejar la cabeza
de la pared. Él se coloca frente a mí y me mira a los ojos mientras yo sigo con
la boca abierta.
Me sujeta por las muñecas y adelanta su cuerpo para volver a
llenarme la boca aunque esta vez lo hace de modo más salvaje y rápido. Con sus movimientos y la fuerza que pone en
ellos es capaz de mantenerme la cabeza pegada a la pared.
Puedo notar cómo las lágrimas ruedan por mis mejillas uniéndose
a la saliva que escapa de mis labios.
Le oigo gemir cada vez que su miembro choca contra mi garganta
produciéndome arcadas. Sólo se separa de mi unos segundos para dejarme
recuperar el aliento. El placer es tan intenso que apenas puedo pensar, solo
puedo gemir y temblar esperando ansiosa por su orgasmo que no tarda en abrirse
camino por su miembro para estallar en mi boca y deslizarse caliente por mi
garganta en una embestida profunda.
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