La
sala de estudio de la universidad estaba completamente vacía a
excepción de un chico que se encontraba sentado en una de las
grandes mesas de madera absorto en sus apuntes. Visitar la sala a las
horas que no había nadie le daba la libertad para estudiar
tranquilamente y sin sobresaltos molestos. Estaba atardeciendo. Por
las ventanas entraba cada vez menos luz y de un tono anaranjado. El
joven miró el reloj que llevaba en su muñeca derecha. Vaya se le
había pasado volando el tiempo. Decidió que ya era hora de
marcharse. Recogió sus cosas y se levantó de la mesa. Sus pasos
resonaban por toda la estancia. De repente entró una chica por la
puerta y chocó con él. El libro que ella llevaba en las manos se
precipitó hacia el suelo.
- Perdona,
no te e visto – se disculpó mientras se agachaba para recoger el
libro.
Cuando
lo tuvo entre las manos, antes de tendérselo, no pudo evitar echarle
un vistazo a la portada. Vaya, era un libro erótico. Levantó la
vista hacia ella y se percató de que estaba nerviosa. Alguien había
descubierto lo que llevaba tiempo intentando ocultar. Ahora alguien
sabía el tipo de lectura que le gustaba y se sentía tremendamente
avergonzada.
- ¿Vienes
aquí a masturbarte?
- ¿Qué?
No, yo, yo, yo no... - Balbuceó, bajó la vista, recogió el libro
y se dio media vuelta para marcharse.
Pero él, rápidamente, la
sujetó por el hombro y pegó el pecho a su espalda.
- ¿Por
qué no me lees ese libro? - le susurró el joven al oído.
- No...
- Vamos,
quiero que me lo leas en voz alta o haré que todo el mundo se
entere de lo que vienes a hacer aquí.
- Espera
un momento – miró el libro que sostenía entre las manos, suspiró
y se resignó. - Está bien. Lo leeré.
La
cogió de la mano y la llevó a uno de los pasillos más apartados de
la puerta principal.
Abrió
el libro por la página que tenía marcada y comenzó a leer.
- “El
hombre le hacía todo lo que él quería...”
- ¿Qué
le hacía?
-“Puso
una mano sobre su pecho.”
Él
posó su mano en uno de sus pechos. Rozando su pezón con la palma de
la mano.
- ¿Así?
Continúa leyendo.
- “La
mano del hombre estaba cubriendo su pecho, divirtiéndose con el”
Cerró
su mano con fuerza y ella se mordió el labio. Sacó su pecho del
sujetador y le pellizcó el pezón.
- No
te oigo leer...
- “Él
comenzó a lamer su cuello mientras la acariciaba.”
Antes
de que pudiera acabar la frase ya notaba la lengua recorrer su
cuello, besarlo y morderlo a la vez que jugaba con su pecho. Ella
gimió en voz baja y juntó sus piernas intentando reprimir un
escalofrío.
- “Después,
sin soltar su pecho, el hombre metió la otra mano debajo de su
falda”
- Ya
veo...Muy bien.
Bajó
su mano hasta el interior de su falda y puso sus dedos en la
cinturilla de su ropa interior.
- No...
no quiero esto...
- Yo
solo estoy haciendo lo que me dices. Además... no parece que te
disguste.
Rozó
su sexo con la yema de sus dedos. Tenía las braguitas mojadas.
- ¿Y?
-”Excitada,
ella voluntariamente...”
-¿Voluntariamente
qué?
Presionó
su clítoris y mordió su cuello. Ella dejó caer el libro y cerró
las piernas.
- ¿No
es suficiente?
- Yo
te diré cuando es suficiente. Haz lo que te dice el libro.
Unas
lágrimas de rabia e impotencia resbalaron por sus mejillas mientras
se deshacía de sus bragas y las tiraba al suelo. Él la agarró por
la cintura y de un empujó la tiró al suelo. Cayó de rodillas en
frente del libro. Volvió sus cabeza y le miró, allí de pie,
deseándola, acariciándose el miembro abultado.
- ¡Vamos
sigue!
- “Ella,
como un perro, levantó su trasero e imploró.”
Alzó
sus caderas y le ofreció su sexo húmedo e hinchado.
- Buena
chica. - dijo él mientras se arrodillaba detrás de ella.
- “Después
de poner sus manos en su dócil trasero, él, de un empujón...”
- ¿De
un empujón qué?
- “Su
duro y brillante pene entró...”
Con
una de sus manos la sostenía por la cintura mientras que con la otra
liberaba su miembro de los pantalones. Acarició su trasero despacio,
observándola detenidamente, disfrutando de las vistas. Acercó el
extremo de su miembro a ella, rozó su sexo con el y de un empujón
lo hundió en su interior. Ella gritó y se aferró al libro al
sentirse llena. Desgarró la página y la arrancó. Él la embestía
con golpes secos y profundos. Su humedad resbalaba por sus piernas,
mojando sus muslos. Lanzó de un manotazo el libro lejos y apoyó la
cara en el suelo. Las baldosas estaban frías, algo que ella
agradeció. Cuando él vio que había arrojado el libro fuera de su
alcance descargó contra su trasero un golpe al que había
proporcionando toda la fuerza de la que fue capaz dejándole así una
rosada marca en su blanca piel. Ella gritó y a sus ojos volvieron
las lágrimas.
- ¿Y
ahora como vamos a saber el final de la historia? - le recriminó
con otro azote igual de duro.
- Yo...
yo … lo siento.... - balbuceó una pobre disculpa.
- Bueno,
parece que voy a tener que acabar yo la historia como más me
apetezca... Creo que ya tengo la manera de hacerlo.
Con
la ayuda de sus manos le abrió el culo dejando libre a sus vista el
objeto de su deseo. Acercó su miembro hasta rozarlo con la punta.
Cuando ella notó como ejercía presión para penetrarla comenzó a
protestar y a moverse intentando evitarlo aunque ya era tarde. Sin
ninguna delicadeza y haciendo caso omiso a sus quejas la penetró. Y
ella gritó. Grito de dolor. Él siguió empujando a pesar de los
gritos. Le costaba hacerlo pero poco a poco consiguió meterla por
completo. Que apretado estaba. Eso le excitaba todavía más. Ella
lloraba y gritaba. Le dolía mucho pero una parte de ella notaba el
placer que acompañaba a aquellas penetraciones. Él, agarrado a su
cintura, la embestía de manera brutal hasta llenarla con su
abundante orgasmo. Se apartó de ella, se subió los pantalones y
acercándose hasta el libro le dio una patada hasta donde ella seguía
arrodillada.
- Buena
historia si señor... - le dijo el mientras pasaba por su lado para
marcharse.
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