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viernes, 27 de marzo de 2015

La biblioteca

La sala de estudio de la universidad estaba completamente vacía a excepción de un chico que se encontraba sentado en una de las grandes mesas de madera absorto en sus apuntes. Visitar la sala a las horas que no había nadie le daba la libertad para estudiar tranquilamente y sin sobresaltos molestos. Estaba atardeciendo. Por las ventanas entraba cada vez menos luz y de un tono anaranjado. El joven miró el reloj que llevaba en su muñeca derecha. Vaya se le había pasado volando el tiempo. Decidió que ya era hora de marcharse. Recogió sus cosas y se levantó de la mesa. Sus pasos resonaban por toda la estancia. De repente entró una chica por la puerta y chocó con él. El libro que ella llevaba en las manos se precipitó hacia el suelo.

- Perdona, no te e visto – se disculpó mientras se agachaba para recoger el libro.

Cuando lo tuvo entre las manos, antes de tendérselo, no pudo evitar echarle un vistazo a la portada. Vaya, era un libro erótico. Levantó la vista hacia ella y se percató de que estaba nerviosa. Alguien había descubierto lo que llevaba tiempo intentando ocultar. Ahora alguien sabía el tipo de lectura que le gustaba y se sentía tremendamente avergonzada.

¿Vienes aquí a masturbarte?
- ¿Qué? No, yo, yo, yo no... - Balbuceó, bajó la vista, recogió el libro y se dio media vuelta para marcharse. 

Pero él, rápidamente, la sujetó por el hombro y pegó el pecho a su espalda.

- ¿Por qué no me lees ese libro? - le susurró el joven al oído.
- No...
- Vamos, quiero que me lo leas en voz alta o haré que todo el mundo se entere de lo que vienes a hacer aquí.
- Espera un momento – miró el libro que sostenía entre las manos, suspiró y se resignó. - Está bien. Lo leeré.

La cogió de la mano y la llevó a uno de los pasillos más apartados de la puerta principal.
Abrió el libro por la página que tenía marcada y comenzó a leer.

El hombre le hacía todo lo que él quería...”
- ¿Qué le hacía?
-Puso una mano sobre su pecho.”

Él posó su mano en uno de sus pechos. Rozando su pezón con la palma de la mano.

- ¿Así? Continúa leyendo.
La mano del hombre estaba cubriendo su pecho, divirtiéndose con el”

Cerró su mano con fuerza y ella se mordió el labio. Sacó su pecho del sujetador y le pellizcó el pezón.

- No te oigo leer...
- “Él comenzó a lamer su cuello mientras la acariciaba.”

Antes de que pudiera acabar la frase ya notaba la lengua recorrer su cuello, besarlo y morderlo a la vez que jugaba con su pecho. Ella gimió en voz baja y juntó sus piernas intentando reprimir un escalofrío.

Después, sin soltar su pecho, el hombre metió la otra mano debajo de su falda”
- Ya veo...Muy bien.

Bajó su mano hasta el interior de su falda y puso sus dedos en la cinturilla de su ropa interior.

- No... no quiero esto...
- Yo solo estoy haciendo lo que me dices. Además... no parece que te disguste.

Rozó su sexo con la yema de sus dedos. Tenía las braguitas mojadas.

- ¿Y?
-”Excitada, ella voluntariamente...”
-¿Voluntariamente qué?

Presionó su clítoris y mordió su cuello. Ella dejó caer el libro y cerró las piernas.

- ¿No es suficiente?
- Yo te diré cuando es suficiente. Haz lo que te dice el libro.

Unas lágrimas de rabia e impotencia resbalaron por sus mejillas mientras se deshacía de sus bragas y las tiraba al suelo. Él la agarró por la cintura y de un empujó la tiró al suelo. Cayó de rodillas en frente del libro. Volvió sus cabeza y le miró, allí de pie, deseándola, acariciándose el miembro abultado.

- ¡Vamos sigue!
Ella, como un perro, levantó su trasero e imploró.”

Alzó sus caderas y le ofreció su sexo húmedo e hinchado.

- Buena chica. - dijo él mientras se arrodillaba detrás de ella.
Después de poner sus manos en su dócil trasero, él, de un empujón...”
- ¿De un empujón qué?
Su duro y brillante pene entró...”

Con una de sus manos la sostenía por la cintura mientras que con la otra liberaba su miembro de los pantalones. Acarició su trasero despacio, observándola detenidamente, disfrutando de las vistas. Acercó el extremo de su miembro a ella, rozó su sexo con el y de un empujón lo hundió en su interior. Ella gritó y se aferró al libro al sentirse llena. Desgarró la página y la arrancó. Él la embestía con golpes secos y profundos. Su humedad resbalaba por sus piernas, mojando sus muslos. Lanzó de un manotazo el libro lejos y apoyó la cara en el suelo. Las baldosas estaban frías, algo que ella agradeció. Cuando él vio que había arrojado el libro fuera de su alcance descargó contra su trasero un golpe al que había proporcionando toda la fuerza de la que fue capaz dejándole así una rosada marca en su blanca piel. Ella gritó y a sus ojos volvieron las lágrimas.

- ¿Y ahora como vamos a saber el final de la historia? - le recriminó con otro azote igual de duro.
- Yo... yo … lo siento.... - balbuceó una pobre disculpa.
- Bueno, parece que voy a tener que acabar yo la historia como más me apetezca... Creo que ya tengo la manera de hacerlo.

Con la ayuda de sus manos le abrió el culo dejando libre a sus vista el objeto de su deseo. Acercó su miembro hasta rozarlo con la punta. Cuando ella notó como ejercía presión para penetrarla comenzó a protestar y a moverse intentando evitarlo aunque ya era tarde. Sin ninguna delicadeza y haciendo caso omiso a sus quejas la penetró. Y ella gritó. Grito de dolor. Él siguió empujando a pesar de los gritos. Le costaba hacerlo pero poco a poco consiguió meterla por completo. Que apretado estaba. Eso le excitaba todavía más. Ella lloraba y gritaba. Le dolía mucho pero una parte de ella notaba el placer que acompañaba a aquellas penetraciones. Él, agarrado a su cintura, la embestía de manera brutal hasta llenarla con su abundante orgasmo. Se apartó de ella, se subió los pantalones y acercándose hasta el libro le dio una patada hasta donde ella seguía arrodillada.

- Buena historia si señor... - le dijo el mientras pasaba por su lado para marcharse.



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