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martes, 26 de mayo de 2015

Lecciones del nuevo profesor.

Las clases siempre le resultaron muy aburridas. Horas y horas de charlas insulsas sobre cosas que posiblemente no fueran útiles en la vida diaria. La verdad es que no era una buena estudiante.

Estudiaba lo justo para aprobar y lo olvidaba una vez terminado el examen. Para colmo, iba a un instituto privado en el que le obligaban a llevar el típico uniforme de camisa blanca con el escudo del centro bordado, minifalda roja de cuadros escoceses y calcetines rojos hasta un poco por encima de la rodilla; cosa que ella odiaba.

Aquel día en la hora de matemáticas el profesor no se presentó. En su lugar apareció el director del colegio. Les comentó que el profesor anterior se había visto obligado a abandonar el empleo y les presentó a su sustituto. Un hombre de unos 39 años, delgado, alto, de brazos firmes, mirada potente, cabello rubio y muy guapo. A la mayoría de las chicas les pareció demasiado mayor para ellas por lo que perdieron el entusiasmo que les había generado la idea de un profesor joven y deseable. Pero no ha ella. Era mayor sí, pero podía apreciar sus atributos, su elegancia, su masculinidad...

Algo se revolvió en su interior cuando sus ojos se clavaron en ella durante un segundo.
Una vez hechas las presentaciones, el director se marchó y el nuevo profesor pudo comenzar con la lección. Cuando el timbre sonó, marcando el fin de las clases para ese día, todos los alumnos recogieron apresuradamente sus cosas deseosos de llegar cuanto antes a sus casas.

Ella fue la última en recoger sus cosas y cuando estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta , el profesor la agarró por el hombro invitándola a que se detuviera.

- Espera por favor, me gustaría hablar de un par de cosas contigo.

Ella, fastidiada ante la perspectiva de tener que quedarse más tiempo en aquel lugar se dio media vuelta y se apoyó contra la pizarra esperando las explicaciones. Él cerró la puerta y se refirmó en el pupitre que estaba delante de ella cruzándose de brazos.

¿Me puedes decir a que ha venido esa actitud tan despreocupada y maleducada de antes? Has estado todo el rato mirando por la ventana, mal sentada y mascando ostentosamente chicle sin hacer caso ni por un momento a mis explicaciones.

- Me aburría. Nada más. - replicó insolente.

- Así que te aburren mis lecciones. Muy bien, veamos a ver si esto también te aburre.

Antes de que ella pudiera objetar nada el profesor la sujetó por el brazo y con gran maestría la tumbó boca abajo sobre el pupitre en el que hasta hace un momento había estado apoyado.
Sin dejar de sujetarla le quitó las bragas y se las metió en la boca para ahogar sus gritos. Después le levantó la minifalda y acarició con la palma de su mano la suave y turgente piel de su trasero.

El primer azote fue duro, imprevisto, doloroso. Ella se agarró a la mesa y soltó un grito que quedó amortiguado por la tela que llevaba en la boca. Él repitió lo mismo una y otra vez hasta que el trasero le quedó rojo y dolorido. Rodeó la mesa y se colocó delante de ella. Bajó la cabeza para poder mirarla a la cara. Temía los ojos llorosos y, por las comisuras de sus labios, se escurría un fino hilo de saliva. Se desabrochó los pantalones y liberó su miembro. Le sacó las bragas empapadas de la boca y las tiró al suelo.

Ante esa acción la chica bajó la cabeza y apoyó la frente contra la mesa aunque por poco tiempo ya que la agarró del pelo para obligarla a levantarla. Vio como el miembro se acercaba a su boca y no puedo hacer otra cosa más que abrir la boca para recibirlo en su interior cuando notó que rozaba sus labios. El pene entró en su boca tan fuerte y profundo que le llegó hasta la garganta provocándole una arcada. Él la sacó y tras dejarle respirar un par de segundos volvió a metérsela aunque esta vez no tan fuerte. La dejó hacer. Ella la recorrió por completo con su lengua, de arriba a abajo, cubriéndola de saliva.

De vez en cuando él perdía el control y la agarraba del pelo para embestirle con fuerza y poder llegarle hasta el fondo de la garganta a lo que ella respondía con arcadas y lágrimas en los ojos.

Esas lágrimas ruedan por sus mejillas y resbalan por su barbilla mojando la mesa. Él se separa de ella y le saca finalmente el miembro de la boca. Ella respira entrecortadamente intentando recobrar el aliento. Recogió las bragas del suelo y volvió a introducírselas en la boca. Después, dio la vuelta a la mesa y se colocó detrás de ella. Se tomó un momento para observarla detenidamente.

Ahí estaba, con medio cuerpo sobre la mesa, con su pelo cayendo por su cara ocultándole el rostro. Su culo, totalmente a la vista estaba colorado por los azotes. Que excitante le resultaba aquella niña insolente y maleducada expuesta de esa forma.

Se acercó a ella hasta que sus pierna rozaron con las de ella. Ante ese contacto la joven intentó apartarse pero él enseguida la agarró por la cintura y la obligó a quedarse quieta.
Deslizó las manos por su trasero con calma. Valiéndose de los pulgares abrió su sexo y lo contemplo. A pesar de su reticencia estaba húmedo y caliente. Aproximó la punta del pene hasta el, lo rozó mojando su glande. Tenía el pene bastante grande y quería disfrutar al máximo el momento por lo que lo introdujo en su interior lentamente.

Ella gritó cuando el pene del profesor la llenó por completo haciéndole daño. Aunque, por mucho que gritara no le serviría de nada, pues la ropa interior que llevaba en la boca ahogada cualquier sonido que pudiera salir de ella. Por muchas veces que había intentado rechazarle no le sirvió de nada. Parecía que su interior no era capaz de albergarlo por completo. Podía sentir lo estrecho y ajustado que era y eso le enloquecía. La agarró de las caderas y empezó a embestirla brutalmente. El silencio dio paso al entrechocar sus cuerpos y gemidos ahogados. Volvió a darle varios azotes mientras la poseía a la vez que ella se agarraba con fuerza al canto de la mesa. Finalmente su sexo se había acomodado al tamaño de su miembro pero todavía seguía bastante apretado.

Tremendamente excitado, el profesor eyaculó en su interior a la vez que clavaba los dedos en la suave piel de su cintura. Mantuvo el miembro unos segundos más en su interior y después la sacó. Su orgasmo se escurrió por los muslos de ella para su mayor satisfacción. Una imagen deliciosa.

Él se subió los pantalones y colocándose delante de ella le sacó las bragas húmedas de la boca.


- Espero que este castigo te haya servido para aprender la lección. Espero que mañana te portes bien o tendré que volver a tomar medidas.


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