Tu
cuerpo, bañado por la tenue luz de las velas, resplandece con un
fulgor dorado. Las llamas parecen danzar sobre tu piel, recorrerla,
cubrirla de sombras que aparecen y desaparecen en una fracción de
segundo. Te hacen parecer todavía más hermosa de lo que ya eres.
Yaces
desnuda sobre las sábanas, con los brazos extendidos y las piernas
juntas. Mantienes los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Tu
cabello, largo y ondulado, está esparcido por el almohadón como si
de un gran abanico se tratara.
Te
observo apoyado en el marco de la puerta unos minutos antes de entrar
en la habitación. En mis manos traigo una amplia bandejar de plata.
Me siento en la cama y la dejo a tu lado. El frío contacto del metal
contra tu cuerpo hace que se te ponga la piel de gallina. Una risita
escapa de tus labios. Aun así tus ojos permanecen cerrados.
Hasta
ti llega el olor de las velas esparcidas pos la estancia. También
percibes el aroma inconfundible de mi colonia, suspendida en el
ambiente y atrapada en las sábanas. Pero, hay algo más. Un aroma
nuevo. Uno que ha llegado a la vez que yo. Es fuerte, intenso,
amargo.
Abres
los ojos y diriges la mirada hacia la bandeja. Fresas y una pequeña
jarra llena de chocolate.
Quieres
incorporarte y alcanzarlas pero mi mirada te hace cambiar de opinión.
Nuestros cuerpos esta tan cerca que casi se tocan. Puedo notar la
energía que fluye a través de ellos como una corriente eléctrica.
Tomo
una de las fresas y la acerco a tu boca. El rojo de tus labios
combina a la perfección con el brillante color de las fresas. Rozo
suavemente tus labios con la fruta. La deslizo por ellos. La llevo
hasta la jarra y la cubro de chocolate. La pongo sobre tus labios y
una gota resbala para terminar cayendo sobre ellos. Aprietas tus
labios y te deleitas con su intenso sabor.
Abres
los ojos y me miras fijamente, con tal intensidad que pareces
traspasarme.
Introduzco
la fresa en tu boca. La muerdes sin apartar tus ojos de los míos y
gimes en voz muy baja cuando el chocolate toca tu lengua. Al morder
la fruta, un poco de chocolate se queda en la comisura de tus labios.
Me inclino hacía ti y lo retiro con mi lengua. Cojo otra fresa y la
deslizo por tus pechos.
La
fría piel de la fruta sobre tu cuerpo hace que tus pezones se
endurezcan. Tras comérmela, cojo la pequeña jarra y derramo su
contenido sobre tu pecho yo tu abdomen. Tu boca se abre cuando notas
el líquido caliente resbalar por tu cuerpo y un suave gemido escapa
de tu garganta.
Tu
cuerpo me llama, me implora que lo toque. Tomo otra fresa y la baño
en el chocolate que cubre uno de tus pechos. Acerco mi cabeza a tu
cuerpo y muerdo la fruta y tu pezón a la vez. Mi boca se llena de la
más maravillosa combinación de sabores. El amargor del chocolate,
la acidez del a fresa y la dulzura de tu piel. Dejo que mi hambre se
sacie. Lamo y muerdo tus pechos con una avidez y un ansia que nunca
habrías sido capaz de imaginar. Bajo de tus amplios pechos para
continuar por tu tripa deteniéndome en tu obligo. Introduzco una
fresa en el y te la ofrezco para que puedas disfrutar de este sabor
tan exquisito que me envuelve. Relames tus labios atrapándome con
ese sensual movimiento que me hace caer en la locura. Mis
pensamientos vuelven a tu cuerpo y mi lengua a tu piel pero esta vez
para lamer el chocolate que todavía queda en tu abdomen.
De
un lado de tu cintura al otro mi lengua y mis labios te devoran hasta
que puedo volver a ver el blanco de tu piel.
Que
se haya terminado el chocolate que envolvía tu cuerpo no significa
que vaya a dejar de besar tu piel.
Apoyo
mi mejilla contra la cara interior de tus muslos. Me regodeo con el
calor que emana de tu cuerpo. Con mi dedo índice recorro la parte
exterior de tu sexo. Ante mi roce, te mojas y exhalas tu dulce
aliento. Acerco mi boca hacia tu centro e, inconscientemente, abres
las piernas, invitándome a devorarte. Cómo si me hiciera falta.
Introduzco
uno de mis dedos en ti. Gritas y arqueas la espalda. Lo muevo poco a
poco mientras mi lengua roa tu clítoris. Tus manos agarran
fuertemente las sábanas cuando mi lengua te lame por completos. Mis
mejillas se empapaba y mis dedos avanzan cada vez más deprisa. Tus
gemidos inundad mi mene, tu cuerpo tiembla. Se que estás a puno que
no puedes retenerlo mas. Vamos, dámelo. Estoy demasiado ansiosos. Te
sujeto por las caderas y hundo mi lengua dentro de ti, te hago
estallar. Entre gritos y temblores tu orgasmo llega y moja mi
cara,llena mi boca. Nada mejor que la combinación de las fresas, el
chocolate y tu cuerpo.
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