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viernes, 14 de agosto de 2015

Las fresas, el chocolate y tu cuerpo.

Tu cuerpo, bañado por la tenue luz de las velas, resplandece con un fulgor dorado. Las llamas parecen danzar sobre tu piel, recorrerla, cubrirla de sombras que aparecen y desaparecen en una fracción de segundo. Te hacen parecer todavía más hermosa de lo que ya eres.

Yaces desnuda sobre las sábanas, con los brazos extendidos y las piernas juntas. Mantienes los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Tu cabello, largo y ondulado, está esparcido por el almohadón como si de un gran abanico se tratara.

Te observo apoyado en el marco de la puerta unos minutos antes de entrar en la habitación. En mis manos traigo una amplia bandejar de plata. Me siento en la cama y la dejo a tu lado. El frío contacto del metal contra tu cuerpo hace que se te ponga la piel de gallina. Una risita escapa de tus labios. Aun así tus ojos permanecen cerrados.

Hasta ti llega el olor de las velas esparcidas pos la estancia. También percibes el aroma inconfundible de mi colonia, suspendida en el ambiente y atrapada en las sábanas. Pero, hay algo más. Un aroma nuevo. Uno que ha llegado a la vez que yo. Es fuerte, intenso, amargo.

Abres los ojos y diriges la mirada hacia la bandeja. Fresas y una pequeña jarra llena de chocolate.

Quieres incorporarte y alcanzarlas pero mi mirada te hace cambiar de opinión. Nuestros cuerpos esta tan cerca que casi se tocan. Puedo notar la energía que fluye a través de ellos como una corriente eléctrica.
Tomo una de las fresas y la acerco a tu boca. El rojo de tus labios combina a la perfección con el brillante color de las fresas. Rozo suavemente tus labios con la fruta. La deslizo por ellos. La llevo hasta la jarra y la cubro de chocolate. La pongo sobre tus labios y una gota resbala para terminar cayendo sobre ellos. Aprietas tus labios y te deleitas con su intenso sabor.

Abres los ojos y me miras fijamente, con tal intensidad que pareces traspasarme.

Introduzco la fresa en tu boca. La muerdes sin apartar tus ojos de los míos y gimes en voz muy baja cuando el chocolate toca tu lengua. Al morder la fruta, un poco de chocolate se queda en la comisura de tus labios. Me inclino hacía ti y lo retiro con mi lengua. Cojo otra fresa y la deslizo por tus pechos.

La fría piel de la fruta sobre tu cuerpo hace que tus pezones se endurezcan. Tras comérmela, cojo la pequeña jarra y derramo su contenido sobre tu pecho yo tu abdomen. Tu boca se abre cuando notas el líquido caliente resbalar por tu cuerpo y un suave gemido escapa de tu garganta.

Tu cuerpo me llama, me implora que lo toque. Tomo otra fresa y la baño en el chocolate que cubre uno de tus pechos. Acerco mi cabeza a tu cuerpo y muerdo la fruta y tu pezón a la vez. Mi boca se llena de la más maravillosa combinación de sabores. El amargor del chocolate, la acidez del a fresa y la dulzura de tu piel. Dejo que mi hambre se sacie. Lamo y muerdo tus pechos con una avidez y un ansia que nunca habrías sido capaz de imaginar. Bajo de tus amplios pechos para continuar por tu tripa deteniéndome en tu obligo. Introduzco una fresa en el y te la ofrezco para que puedas disfrutar de este sabor tan exquisito que me envuelve. Relames tus labios atrapándome con ese sensual movimiento que me hace caer en la locura. Mis pensamientos vuelven a tu cuerpo y mi lengua a tu piel pero esta vez para lamer el chocolate que todavía queda en tu abdomen.

De un lado de tu cintura al otro mi lengua y mis labios te devoran hasta que puedo volver a ver el blanco de tu piel.

Que se haya terminado el chocolate que envolvía tu cuerpo no significa que vaya a dejar de besar tu piel.
Apoyo mi mejilla contra la cara interior de tus muslos. Me regodeo con el calor que emana de tu cuerpo. Con mi dedo índice recorro la parte exterior de tu sexo. Ante mi roce, te mojas y exhalas tu dulce aliento. Acerco mi boca hacia tu centro e, inconscientemente, abres las piernas, invitándome a devorarte. Cómo si me hiciera falta.


Introduzco uno de mis dedos en ti. Gritas y arqueas la espalda. Lo muevo poco a poco mientras mi lengua roa tu clítoris. Tus manos agarran fuertemente las sábanas cuando mi lengua te lame por completos. Mis mejillas se empapaba y mis dedos avanzan cada vez más deprisa. Tus gemidos inundad mi mene, tu cuerpo tiembla. Se que estás a puno que no puedes retenerlo mas. Vamos, dámelo. Estoy demasiado ansiosos. Te sujeto por las caderas y hundo mi lengua dentro de ti, te hago estallar. Entre gritos y temblores tu orgasmo llega y moja mi cara,llena mi boca. Nada mejor que la combinación de las fresas, el chocolate y tu cuerpo.



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