"Antes de que leáis este relato corto quiero deciros que no es el tipo de texto que suelo subir. Este relato es producto de unos sentimientos experimentados por mi parte que no me dejaron dormir hasta que no los plasmé en un papel."
A
veces pienso que debería odiarte. Odiarte por lo que me haces
sentir. Y no, no me refiero al amor. Mi corazón no tiene nada que
ver con esto. Tu sola presencia hace que me suden las manos. Un roce
de tus dedos, me hace estremecer. Tu mirada me produce escalofríos.
Cuando pronuncias mi nombre, tu voz grave y firme se adueña de mi
mente y la hace completamente suya durante unos segundos.
Debería
odiarte porque cuando me tomas de la mano y acaricias mi piel
aumentas la temperatura de mi cuerpo y mis mejillas se encienden.
Debería
odiarte porque cuando estamos a solas sólo puedo pensar en lo mucho
que me apetece besarte. En que quiero acariciar cada centímetro de
tu piel. Despojarte de tu ropa y contemplar tu cuerpo desnudo. Quiero
hacerte gritar y que grabes ese recuerdo para siempre en tu mente.
Debería
odiarte porque esta atracción que siento por tí a veces ni siquiera
me deja dormir. Me quita el sueño, me hace pasar las noches en vela
recordando tu rostro, imaginando tus manos y tu boca recorriendo mi
cuerpo...
Sé
que lo que siento por tí no es amor.
Sé
que lo que siento por tí es deseo.
Y
se que es el peor deseo de todos. Es el padre de la excitación
insatisfecha. De los encuentros fortuitos y a escondidas. De caricias
rápidas y miradas duras. De recuerdos salidos de la imaginación,
del anhelo de hacerte mío que nunca se cumplirá.
Sé
que debería odiarte pero prefiero tener esto a no tener nada.
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