Intentaré que el tiempo se pare en un instante. Pero no en un
instante cualquiera. No en un instante del que puedas deshacerte con
facilidad, del que desprenderte sin remordimientos. Uno que, cuando
te sientas sola te golpee con la fuerza de mi recuerdo. Un instante
por ejemplo como este, en el que mis manos se cuelan por debajo de tu
falda. En el que te encuentras arrinconada entre mi cuerpo y la
pared, perdida en un callejón sin salida de alguna ciudad de la que
no puedes recordar ni el nombre.
Mi boca alojada en tu cuello susurrando pasiones prohibidas en
forma de besos y saliva. Tus labios temblando y tus ojos cerrados.
Tus manos agarrándome fuerte del pelo mientras las mías rompen tu
delicada ropa interior. Mis dedos colándose en tu interior húmedo,
caliente, invitador. Sólo abres los ojos al sentir mi lengua sobre
tu clítoris.
Clavas tus uñas en mis hombros o el placer que sientes hará que
tus tambaleantes piernas no puedan sostenerte. Te saboreo con el
ansia de no saber si voy a volver a verte.
Tu orgasmo se derrama por mis mejillas hasta caer al suelo. Ahora
es el turno de que sea mi miembro el que reemplace a mis dedos. Te
sientes llena cada vez que mi miembro entra por completo en ti,
dejándote sin aliento. Nuestras bocas se encuentran en húmedos
besos. Adoro tu voz gritando mi nombre. Tus piernas rodeando mis
caderas, mis manos agarrando tus pechos, mi orgasmo explotando en tu
interior en un éxtasis irrefrenable.
Intentaré que el tiempo se pare en un instante haciendo, para
ello, lo que sea.
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