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viernes, 5 de octubre de 2018

La Gata Negra.


Ahí está ella, apoyada en el marco de la puerta de mi habitación sonriendo felizmente enfundada en un cosplay de Gata Negra.


Y yo, que estoy sentado en mi cama jugando al nuevo juego de Spiderman, se me escapa el mando de las manos al verla. Lo recupero del suelo y entreabro los labios con estupefacción. Ella, al ver la cata de tonto que se me a quedado suelta una pequeña risita y avanza un par de pasos para que pueda observarla bien.


Cuando recupero el control de mi cuerpo la miro atentamente con intención de no perderme un solo detalle. Me recorre un escalofrío al verte con ese mono negro tan ceñido resaltando todas tus curvas. Rápidamente mis ojos se posan en el impresionante escote del traje que me deja ver claramente la perfecta forma de tus pechos apretados contra la tela negra.


Sin poder esperar un segundo más, me levanto de la cama y me acerco lentamente hasta ella. Alzo mi mano derecha y atrapo entre mis dedos un mechón de su peluca.

- Te queda muy bien el pelo blanco.

- ¿Eso es lo único que me queda bien? - me replica ella con voz seductora.


Observo tus ojos enmarcados en el antifaz negro y sonrío.

- Veo que quieres jugar, gatita.

- Miau.


Uff...


La agarro por la cintura y junto sus labios con los míos en un beso apasionado, su lengua entrelazándose con la mía, nuestras salivas mezclándose. Avanzo sin soltarla hasta que su espalda acaba chocando contra la puerta de la habitación.

- Levanta los brazos y agárrate a la parte superior de la puerta. No te será difícil con los tacones que llevas.


Ella hace lo que le ordeno y sus pechos quedan erguidos a punto de salirse del escote. Una vista deliciosa, desde luego. Le retiro el pelo de la cara con mi mano y beso su mejilla para luego poder morderle el lóbulo de la oreja y seguir bajando por su cuello hasta detenerme justo en su clavícula. Tu respiración se agita cuando acaricio tus pechos por encima del traje. Tus pezones se han puestos duros y se marcan a través de la tela. Los pellizco y al instante dejas escapar tu hermosa voz en forma de gemidos. Con una de mis manos acaricio tu cuello y así mantengo tu cabeza contra la puerta mientras que con la otra bajo la cremallera del traje hasta tu ombligo, lo que hace que tu escote se ensanche todavía más y tus pezones queden al descubierto. Con ambas manos acaricio tus pechos liberándolos completamente de la tela. Pellizco tus pezones con fuerza y estiro de ellos hacia mi. Tu te agarras con más fuerza a la puerta para no perder el equilibrio. Acerco mi boca a tus pezones y los lamo hasta dejarlos completamente mojados. Después los atrapo entre mis dientes y aprieto las mandíbulas para ejercer presión sobre ellos y hacerte gemir.


Levanto la vista y la veo con los ojos cerrados perdida en el éxtasis del deseo, concentrada en mi lengua lamiendo sus pezones. Te muerdes el labio inferior y yo pierdo los estribos. Me separo de ella, está jadeando y con los pechos brillantes por mi saliva. Junta sus piernas y las roza entre sí intentando contener su deseo. Al ver que me separo de ella abre los ojos y me mira ferozmente a través del antifaz. A mi se me escapa una risilla juguetona.

- ¿ A la gatita le gusta la leche?


Ella curva su boca en una media sonrisa y asiente con la cabeza.

- Entonces ¿por qué no pruebas un poco de ésta?


Sonriendo, bajo la cremallera de mis pantalones y le paso la mano por la nuca. Ella se suelta de la puerta y se pone de rodillas en el suelo para estar a la altura correcta. Saco mi miembro duro de los pantalones dejándolo a pocos centímetros de ella. Acaricio tus labios con mi dedo pulgar y lo cuelo entre ellos haciendo que abras la boca.

- Saca la lengua.


Ella obedece y acerco mis caderas para rozar mi glande contra tu húmeda lengua. Me mantengo así hasta que tu saliva comienza a caer por la comisura de tus labios. En ese momento coloco mi mano en la parte posterior de su cabeza y avanzo un paso hasta que puedo notar la base de tu garganta rozando contra mi glande. Que sensación tan placentera. Tus ojos vidriosos, tus lágrimas mojando el antifaz, tu carmín rojo manchando mi miembro, tu saliva empapándome por completo y escurriendo de el en largos hilos. Tus arcadas me excitan más de lo que lo harían tus gemidos si te dejara respirar.

- Muy bien gatita aquí viene tu recompensa, asegúrate de no derramar ni una gota.


Mi orgasmo llega con fuerza llenando tu boca. Retiro mi miembro pero tu no cierras la boca, dejándome así ver mi líquido en tu interior para luego tragarlo mientras me miras a los ojos y te relames como si hubieras probado el mejor de los manjares.

- Tengo hambre, ¿por qué no te bajas más esa cremallera y me enseñas lo que tienes para mi?


Ella se incorpora, camina hacia la cama donde se sienta delante de mi, separa las piernas clavando los tacones en el borde y baja poco a poco la cremallera del traje hasta dejar al descubierto su sexo. Te pones a jugar introduciéndote un par de dedos abriendo así tu sexo y dejándome ver lo húmeda que estás. Tus gemidos llenan la habitación invitándome a arrodillarme entre tus piernas y hundir mi lengua en tu sexo. Estás húmeda y deliciosa. Sigo lamiéndote con avidez hasta que mis mejillas quedan empapadas. Introduzco un par de dedos en tu interior, estás apretada y muy caliente. Arqueas tu cuerpo mientras gimes y tus piernas tiemblan. Llegas al orgasmo agarrando con fuerza las sábanas.


Todavía insatisfecho, me levanto y te miro ahí tumbada, jadeante, semidesnuda pidiéndome más con la forma en la que miras. Me inclino sobre ti y coloco mis manos por detrás de tus rodillas, empujando tus piernas hacia tus hombros dejándote totalmente expuesta. Acaricio tu sexo con mi miembro haciéndote perder la paciencia.


Ella suelta una especie de mezcla entre gemido y gruñido en protesta por mi jugueteo y frunce el ceño.

- ¿Que te pasa? ¿Me quieres dentro? - sonrío.


Ella asiente con la cabeza a la vez que se muerde el labio.

- Quiero oírtelo decir.

- Mételo... por favor...


Tu voz temblorosa y suplicante me encanta. Dejo escapar una pequeña carcajada y hundo mi miembro en ti de un solo golpe. Estás tan húmeda que tu interior no me opone resistencia alguna. El calor que desprendes me anima a mover mis caderas cada vez más rápido hundiendo mi miembro en ti hasta la base. Tu manera de gemir al sentirte llena es increíble. Verte así, recibiéndome con las piernas bien abiertas y enfundadas en este mono negro va a hacer que pierda la cabeza. El rojo de tus labios está todo corrido por tu cara y llevas el antifaz un poco descolocado pero te aferras a mi con todas tus fuerzas pidiendo más y más con cada segundo que paso moviéndome sobre ti.


Agarro tus pechos y tiro de tus pezones haciendo que arquees la espalda y me aprietes el miembro con tu sexo.

- Estoy por terminar gatita, ¿dónde lo quieres?


Tus gemidos no te dejan contestar así que te limitas a acariciar tus pechos, juntarlos y ofrecérmelos. A punto de estallar, me separo de ti, te agarro del cuello y te incorporo para que te quedes sentada en la cama. Acaricio mi miembro hasta que mi orgasmo sale y cae sobre tus pechos desnudos. Gimes al notar mi líquido caliente sobre tu piel, escurriéndose hasta tus pezones erectos.


Lanzo una última mira a tu cuerpo disfrazado y tembloroso sobre la cama esperando que, en un futuro no muy lejano, vuelvas a darme otra sorpresa como ésta.



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